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La granjera y madre de dos hijos Emma Haag, de Suffolk, tiene un útil peón en su perro de tres años, Mable. Cuando empezó el COVID, Emma se dio cuenta de que la educación en casa de sus hijos se había vuelto demasiado seria y quería hacerla más divertida y alegre. De esta manera, rescató dos gatitos asilvestrados, de los cuales Mable se obsesionó al instante y empezó a dormir cerca de ellos y a vigilar su puerta. Emma decidió entonces comprar algunos huevos y un equipo de incubación para ayudar a sus hijos a incubar sus propios pollos y patos y, una vez más, Mable se obsesionó con ellos y quis…