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Los sonidos de las ambulancias, las bocinas de los autos y el bullicio del tráfico se filtraban en la oficina del doctor Daniel Turner-Lloveras en un alto edificio del centro de Los Ángeles, mientras se acomodaba en su sofá para atender una llamada. En el otro extremo de la línea, mirando una pared verde menta dentro de una cabina telefónica de acrílico, con poca privacidad, estaba sentado Pedro Figueroa, de 33 años, detenido en el centro de Mesa Verde del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de los Estados Unidos (ICE), en Bakersfield, California. “¿Es obligatorio tener el refuerzo?”,…